Cuando llegamos a conseguir algo que deseábamos tanto, y que pensábamos que nos iba a hacer tan felices, nos damos cuenta de que no es así. Podemos tener una sensación de sentirnos bien por haberlo conseguido, pero no es verdadera felicidad, porque al cabo de un tiempo necesitamos otras cosas para sentirnos felices.
¿Qué es real? ¿Aquello que podemos verificar con nuestros 5 sentidos?
Para entender qué es la verdadera felicidad, tenemos que comprender cómo se forma la realidad que percibimos.
En realidad aquello que percibimos con nuestros sentidos y que consideramos como lo real, se debe a nuestra programación biológica. Estamos programados para percibir sensorialmente las cosas de una manera determinada. Todos los seres humanos estamos programados biológicamente de la misma forma.
Por eso, todos percibimos por ejemplo los colores más o menos iguales, con algunos matices. Pero en realidad un color es como todo lo demás, energía. La energía es luz e información, que incide sobre nuestros sentidos. En el caso de los colores, incide sobre los ojos, dando lugar a una serie de procesos químicos y eléctricos que son interpretados por nuestra mente para decirnos qué color es. Entonces, en realidad el color no existe como tal, si no que existe en nuestra mente. El color es lo que nuestra mente interpreta sobre la energía que recibimos.
Al igual que con la vista, lo mismo se puede decir de lo que percibimos con el resto de nuestros sentidos, por ejemplo con la temperatura que percibimos a través del tacto, los olores o los sabores,… todo son interpretaciones de nuestra mente.
La realidad que todos compartimos no es real si no relativa. Todo lo que percibimos es relativo a nuestra programación biológica.
Nuestras percepciones relativas y la verdadera felicidad
Pero además, también tenemos una programación adquirida a través de nuestra educación, cultura, religión o nuestro entorno. Y esto es lo que nos permite diferenciar o decidir si algo nos gusta o no, o nos da igual,…etc. Así, estamos decidiendo que esas percepciones relativas puedan ser la causa de nuestra verdadera felicidad, o de nuestro sufrimiento.
Por ejemplo, podemos creer que tener el coche o la casa con la que hemos soñado nos va a producir verdadera felicidad. Pero lo cierto es que el sentimiento de querer tener estas cosas para ser felices nos produce una intranquilidad interior que nos impide en realidad ser felices.
Lo mismo ocurre con aquello que identificamos como desagradable para nosotros, que creemos que si lo tenemos nos va a hacer sufrir, y por lo tanto genera en nosotros emociones negativas como la ira o el odio, que hacen que nos sintamos realmente mal.
Y así nos pasamos la vida deseando cosas que pensamos que nos van a hacer conseguir la verdadera felicidad, esperando que llegue la persona adecuada, después esperando tener la casa de nuestros sueños, o el coche que nos gusta, o cualquier cosa,… Y lo que ocurre es que se nos pasa la vida esperando aquello que tiene que llegar para ser felices.
De qué depende nuestra verdadera felicidad
La verdadera felicidad no va a depender de tener o no las cosas que percibimos como buenas o malas. Sino que todo aquello que percibimos, lo que interpretamos depende exclusivamente de nosotros. Es nuestra interpretación, es algo que hemos creado a través de nuestras programaciones biológica y adquirida.
Por lo tanto, el que nos sintamos bien, felices, va a depender sobre todo de nuestra mente. Porque una misma situación la podemos enfocar desde un pensamiento y una actitud positivas, o desde un pensamiento y una actitud negativas.
Entonces nuestra verdadera felicidad depende sólo de nosotros mismos, de nuestra mente, de la manera en la que decidimos enfocar un tema concreto, de nuestra actitud para enfrentarnos a cualquier situación. Con una actitud y pensamientos positivos, podemos cambiar nuestra realidad, y conseguir sentir un mayor bienestar y más momentos de verdadera felicidad..
Al contrario, si partimos de la negatividad, de pensar sólo voy a ser feliz si tengo esto o lo otro, etc., siempre estaremos insatisfechos porque no conseguiremos ser felices y necesitaremos más. Estaremos metidos en un bucle de insatisfacción permanente.
Cómo desprogramarnos y conseguir la verdadera felicidad
Con prácticas como la meditación podemos llegar al conocimiento de que todo depende de nuestra mente. Por lo tanto, podemos desprogramarnos y ser libres para decidir cómo queremos enfocar nuestra vida.
El primer paso con la meditación es por lo tanto despertar, y darnos cuenta del poder que tiene nuestra mente.
A partir de aquí, podemos alcanzar el equilibrio que nos permita ser capaces de decidir desde que posición queremos enfrentarnos a cada suceso de nuestra vida, desde la tolerancia, desde la aceptación, desde la paciencia, etc. Es decir, poder controlar nuestra mente para así controlar toda nuestra vida.
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La meditación te permite contactar con tu yo interior, para desprogramarte, y para alcanzar la plena libertad personal.
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