Cuando se produce en tu vida una situación problemática, o que no es como tú esperabas,
o cuando alguien te incrimina por algo que has hecho, o que has dejado de hacer,…
generalmente reaccionamos desde el enfado, la rabia o la frustración.
Esto nos lleva en primer lugar, a sentirnos mal porque hemos sido atacados o juzgados de manera injusta. A continuación, reaccionamos de dos maneras. Externamente, entrando en una discusión sobre lo ocurrido. O internamente, entrando en un bucle de pensamientos que nos hace sentirnos víctimas de la situación.
En cualquiera de los casos, estamos actuando desde nuestra mente subconsciente. Es decir, aquella que se basa en las experiencias vividas en el pasado. Por lo tanto, actuamos en modo automático.
Cómo comprender la realidad desde otro ángulo
Si cambiamos nuestra percepción de lo que está sucediendo. Si nuestra respuesta llega desde la comprensión de que esa situación está ahí para nuestro crecimiento y nuestra evolución, todo cambia.
Comprender la realidad significa primero aceptar la situación tal y como es. Y en segundo lugar, agradecer lo que está pasando. Porque entendemos que forma parte del plan de nuestra alma para que sigamos avanzando y aprendiendo.
De esta forma, la situación deja de ser un problema y se convierte en una bendición. Estamos evitando entrar en discusiones y juicios, que son energías de baja vibración (recuerda, «dos no discuten si uno no quiere»).
Además, salimos de la espiral negativa de buscar culpas en el pasado, y de generar preocupaciones para el futuro. Nos mantenemos viviendo y comprendiendo el momento presente. El aquí y el ahora.
En este caso ya no estamos reaccionando desde la mente subconsciente, sino que estamos respondiendo desde el corazón.
Así, lo que proyectamos hacia fuera es una frecuencia de alta vibración. Y a partir de este momento, lo que van a llegar a nuestra vida van a ser situaciones de una frecuencia de vibración elevada.
Es decir, comprender la realidad, hará que pasen cosas buenas en tu vida.
Como dice Andreas Moritz en su libro «Rasgando el velo de la dualidad»:
«Eres un mar interminable de conciencia que, de alguna manera, es un compilado para decidir qué clase de olas quieres ser.
Puedes elegir convertirte en grandes olas corriendo, desplegando gran potencia y fuerza, o asumir el estado de olas pequeñas y frágiles que cruelmente parecen ser alcanzadas y solapadas por las olas más grandes.
Pero en cualquier caso, todavía sigues siendo el mar»