La gestión de las emociones es algo que cuesta entender.
¿Por qué nos enfadamos o nos ponemos tan tristes en determinados momentos?
¿De dónde vienen los miedos que sentimos? ¿Y el asco, la vergüenza, la sobreexcitación?
¿Por qué me duele el estómago cuando tengo miedo, o por qué se me pone un nudo en la garganta?
Las emociones no gestionadas nos llevan a desequilibrios, que pueden acabar con una respuesta de nuestro cuerpo físico en forma de malestar o enfermedad. Y en cualquier caso, no comprender y no aceptar nuestras emociones nos puede provocar un sufrimiento innecesario.
Tendemos a esconder las emociones para no sentirlas. Pero si aprendemos a sentirlas, podemos comprenderlas, desde la conciencia corporal y desde la presencia.
Mindfulness y la gestión emocional
La práctica de Mindfulness de manera continuada, aumenta las capacidades de la persona para planificar, enfocar la atención y gestionar las emociones.
Mindfulness es la práctica de la atención plena o atención consciente, sostenida en el momento presente (“el aquí y el ahora”).
Es sobre todo, un estado de conciencia desde el que se atiende todo lo que sucede en cada instante, tanto fuera como dentro de nosotros, sin juicios, críticas o valoraciones.
Mindfulness supone una actitud ante la vida que nos permite aprender a diferenciarnos de nuestros pensamientos y emociones y a no dejarnos arrastrar por ellos.
Beneficios de la práctica de Mindfulness
Los beneficios de una práctica regular de Mindfulness se han demostrado científicamente, y se asocian al desarrollo de áreas cerebrales relacionadas con la planificación, la confianza, y emociones expansivas como la alegría o la esperanza.
También se ha comprobado que esta práctica disminuye significativamente el estrés y la ansiedad, así como la sintomatología asociada.
Mindfulness nos permite salir del modo “piloto automático” en el que vivimos habitualmente, para empezar a vivir de un modo más consciente.
Los 3 pasos para la gestión de las emociones con Mindfulness
¿Qué nos ofrece esta práctica?
Saber cómo llegar a un estado de calma. La calma que proporciona Mindfulness es diferente del estado de relajación y de concentración de la mente.
Aprender a conectar mejor con tu cuerpo, tener más conciencia corporal, porque es en el cuerpo donde las emociones se manifiestan. El desarrollo de la conciencia corporal nos lleva a comprender cómo nuestras sensaciones físicas se relacionan con las emociones y con los pensamientos asociados a ellas.
Poder sentir las emociones, comprenderlas y aprender de ellas. En definitiva, cambiar la forma de relacionarte con tus emociones.
Los 3 pasos:
Los 3 pasos que se realizan en Mindfulness para la gestión emocional están conectados entre sí, y son fundamentales para la práctica de la atención consciente.
En este caso, estos 3 pasos están orientados al desarrollo de una gestión de las emociones saludable.
1) Calma: Estar en calma es fundamental para poder desarrollar la capacidad de la atención plena. Llegar a un estado de calma interior nos va a permitir observar más fácilmente todo aquello que acontece, tanto en el exterior como en nuestro interior. Practicar el estar en calma es el primer paso para la realización de cualquier práctica de Mindfulness.
2) Enfoque: Una vez en calma podemos empezar a practicar enfocar la atención, sin perder la relajación. Mantener el foco de atención puede resultar difícil o aburrido al principio, y es normal irse detrás de los pensamientos. El simple hecho de ser conscientes de ello, de tomar conciencia de la situación y volver a enfocar la atención una y otra vez, sin juzgarnos, forma parte de la práctica.
3) Comprensión: La comprensión llega cuando la atención nos permite darnos cuenta de los objetos observados (en este caso, las emociones), y también de las relaciones y conexiones que existen entre ellos. De esta manera ampliamos nuestra perspectiva.
En el caso de las emociones, podemos comprender la relación entre las emociones y los pensamientos. Y también, nuestra interconexión con las emociones de otras personas, y así podemos desarrollar la empatía.